ALDENUEVA DE SAN BARTOLOMÉ en realidad es Aldeanovita

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Dicen que el origen de Aldeanueva de San Bartolomé está en el siglo XV, cuando unos pastores mozárabes de Mohedas decidieron crear un caserío que a su vez se unió a una pequeña aldea llamada Toledillo. Este pequeño núcleo poblacional se conoció como La Aldea Nuevita, por ello cuando se independizó cambió su nombre por el actual, añadiendo el de San Bartolomé por ser el patrón del lugar.

Nadie en Aldenueva llama así a su pueblo, porque popularmente en la zona se le conoce como Aldenovita. Unas tierras que lindan ya con la provincia de Cáceres, en Extremadura, situado en la Jara toledana con algo más de 400 habitantes.

En 1948 apareció en el término municipal un altar de granito con una inscripción latina en la que puede leerse en latín: «Valerio Vracio, hombre virtuoso cumplió con libre ánimo este voto a Júpiter». Seguramente parte de un templo a este dios romano hijo de Saturno y Ops, cuyos símbolos son el águila, el rayo, y el cetro. Dios del cielo del clima y el ciclo agrario pero también protector de la confederación de ciudades latinas.

Existe en Aldeanovita un lugar del pasado remozado en el presente que es su iglesia. Cuentan que un pintor ruso vino a España para trabajar en la pintura de la iglesia de San Martín de Montalbán y gracias a un vecino del lugar, de origen aldeanovitano lo llevó hasta el lugar para hacer lo propio con la iglesia de San Bartolomé del siglo XVI.

Este pintor es Wladimir Strashko. Un profesor de la Escuela de Arte de Moscú, que pensó que en unos meses finalizaría la obra, pero que ha estado vinculado con este lugar desde 1994 hasta 2010 cuando finalizó su obra. Han sido 17 años en los que los vecinos del lugar han proporcionado al artista alojamiento, manutención y los materiales necesarios para llevar a cabo su trabajo, porque el pintor no ha cobrado en ningún momento.

Hoy a los lugareños les gusta llamar a su iglesia la Capilla Sixtina de la Jara y han abierto un museo con la obra «externa» del pintor ruso que actualmente trabaja en otro templo en Italia. Una creación inspirada en el lugar donde se reflejan algunos de los rostros de los vecinos, paisajes o incluso telas propias del lugar, que ha conseguido llegar de color el interior de la iglesia de San Bartolomé. Algo que sin duda llama la atención del visitante y produce un enorme orgullo sano en los aldeanovitanos.​

P. Moratilla


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