Lo más destacado del mes de Agosto

CENIZATE y los enigmas de sus menús.

page

Son esas cosas inexplicables las que nos dan pié en la cola de la panadería para entablar una conversación con las vecinas. En todos los lugares existen esos momentos, tratando de evitar la política y el fútbol para no discutir con los intransigentes. El tiempo, los precios, o las cosas que se echan de menos como la nieve o la lluvia en el invierno.

Durante algún tiempo uno de esos temas fue la devolución de las obras del monasterio de Sijena en Aragón, que se llevaron a Cataluña al final de la guerra civil y después se negaban a devolver. Se las llevaron para restaurarlas y hasta ahora no habían vuelto, aunque lo bueno es que al final están en el lugar del que no debieron moverse jamás.

En Cenizate (Albacete) tenían un retablo de San Esteban que se desplazó en 1929 hasta Sevilla para la Exposición Iberoamericana pero este si que volvió y se encuentra en su parroquia. Son de esas cosas que cambian temporalmente de lugar mientras alguien espera su regreso, como cuando nos vamos de vacaciones. Existen otras que es imposible moverlas de su sitio. Los castillos, palacios, catedrales, e incluso sin salir de Cenizate los bombos, también llamados cucos o chozas, que son esas construcciones de piedra que utilizan con frecuencia los pastores o agricultores y que son propias de aquel lugar.

Sin lugar a dudas un cuco es un buen sitio para cobijarse de una tormenta en medio del campo, dormir durante las fiestas de la localidad para evitar los ruidos o para encontrarse con uno mismo en los momentos en que se prefiere la soledad. Eso si están poco recomendadas para invitar a la panda de amigos a comer la gastronomía del lugar, elaborada con productos de la tierra, sobre todo de la zona de “La Cañá”. Un lugar donde se cocinan los nuégados, ese dulce de origen serfardí hecho con miel y cañamones de los que ya son difíciles de encontrar.

Y es que la gastronomía de cenizate es difícil de descifrar porque comerte un “bocaillo” con un café es tomar un dulce para merendar. El “caldo moreno” son patatas y liebre y el “ajazaite” es un guiso de patatas con judías y manitas de cerdo, aunque nos sugiera las “atascaburras” que los cenizateños  llaman “ajo en el mortero”. Sin lugar a dudas los menús en Cenizate son auténticos jeroglíficos difíciles de descifrar pero sorpresivos y muy sugerentes de descubrir.

Un lugar muy peculiar Cenizate, con sus 204 habitantes dentro de la Manchuela, al que se vuelve siempre como lo hizo el retablo de San Esteban y que siempre nos dará un motivo de conversación aunque solo sea para conocer cuáles son los ingredientes de sus guisos.

P. Moratilla