EL PEDERNOSO “Paso obligado de viajeros”

El Pedernoso es uno de los pueblos conquenses más poblados en la actualidad con sus 1.140 vecinos y uno de esos lugares donde existe un yacimiento arqueológico denominado “motilla” del llamado Bronce Manchego. Estos son frecuentes en La Mancha y están asociados a un tipo de restos arqueológicos que dan nombre a una cultura prehistórica, la denominada Cultura de Las Motillas que se ubican entre el 1700 y el 1300 antes de Cristo.

De este lugar Don Juan Manuel en su libro “Sobre la Caza” advierte que es un buen sitio para la captura de ánades, garzas y grullas.

Durante el siglo XV , El Pedernoso junto con sus vecinos de Las Pedroñeras y Las Mesas, se levantaron en contra del Marqués de Villena, señor de estas tierras, para pedir su dependencia directa de la corona de Castilla. Eran los tiempos de los Reyes Católicos y aunque el marqués trató de evitar esta revuelta no fue posible, por lo que los vecinos consiguieron librarse de su señor.

Un lugar que siempre ha sabido recibir al viajero y que fue declarada ya en otros tiempos “paso obligado de viajeros”, y de ello da buena muestra la literatura española tanto de la mano de Cervantes como también de la de Azorín.

En 1817 nació en esta localidad Francisco Manuel de los Herreros Schwager. Científico, periodista y funcionario público, primo hermano del escritor Manuel Bretón de los Herreros.

Un hombre del que dicen que tenía una inteligencia poco común. Con tan solo 19 años, y tras estudiar filosofía, ya era profesor de Aritmética y Geometría en Mahón además de hablar un perfecto francés, inglés y alemán. En 1871 fue administrador del Archiduque Luis Salvador de Austria, sin dejar de ejercer la docencia, siendo un miembro destacado y por tanto referente de la intelectualidad balear.

Hoy El Pedernoso sigue celebrando cada navidad, como lo ha venido haciendo desde la Edad Media, la tradición llamada de La Pastura. Cada 5 de enero el Cartero Real llega a las 15.00 horas para anunciar la llegada de los Reyes Magos. Los niños acuden a la iglesia parroquial cargados con una cesta vacía que dejan en la puerta y para cuando salen de allí cada una de las cestas ha sido colmada de caramelos.

P. Moratilla


Deja un comentario