Matarrubia (Guadalajara) se encuentra en la Campiña de Guadalajara, dentro del valle que forman los parajes de La Muela, El Chaparral y el Llano. Está bañado por el arroyo que lleva su mismo nombre, afluente del Jarama, aunque desaparece durante los meses del estío.
La localidad tiene este nombre desde la Edad Media, dicen que porque existe una gran cantidad de rebollos y coscojos en el término municipal, que le dan cierto color amarillento, de ahí viene “las matas rubias”, que derivó en Matarrubia.
Lo cierto es que posee la mayor concentración de alcornoques centenarios de la provincia de Guadalajara y una de las mayores de España, donde subsisten árboles que tienen una edad media comprendida entre los 200 y los 500 años.
Perteneció durante un largo periodo de tiempo a las tierras de Uceda, hasta el reinado de los Austrias, y fue Felipe II quien le concedió el título de Villa.
Su iglesia del siglo XVI, tiene un reloj de sol grabado en uno de los contrafuertes, por Mathias Sánchez en 1743, tal como lo explica la marca de cantero que se halla junto a él. Años más tarde, en 1820 la iglesia ardió y tuvo que esperar 160 años para ser restaurada, ya en el año 1980.
Durante la Guerra Civil, fue una de las localidades más vapuleadas de la zona, lo que le costó tener que ser reconstruida por la Dirección General de Regiones Devastadas. Tal vez este hecho tuvo como consecuencia el éxodo posterior que se llevó a sus vecinos a Guadalajara o Madrid, pero también a lugares tan distantes como Francia y Alemania.
Actualmente cuenta tan solo con 57 vecinos que residen en uno de los términos municipales más extensos de la provincia, lo que da como resultado una pequeña densidad de población, que no alcanza los 2 habitantes por kilómetro cuadrado. Esto ha puesto en serio riesgo su Fiesta de los Mayos, ya que actualmente no se coloca un mayo en cada ventana de las jóvenes de la localidad, sino un único mayo compartido por todas ellas en la plaza mayor.
P. Moratilla
Agua Luz y Viento 