Tejadillos es uno de esos pueblos que se sustancian en dos núcleos de población diferentes. No se sabe muy bien si por cercanía, por desavenencias, o simplemente existe un obstáculo entre un lado y el otro del pueblo que permita una libre circulación
Tejadillos es de estos últimos. Tiene dos barrios paralelos a los que separa el arroyo Tejadillos.
El más antiguo es el que está en el entorno de la plaza, junto a la iglesia. Todo induce a pensar que se trataría de un antiguo asentamiento musulmán. Son muchas las opiniones que relacionan la torre de la iglesia, con lo que podría haber sido una torre defensiva de otro tiempo.
Al otro lado del arroyo está “El Cabezuelo”; una ampliación del pueblo llevada a cabo en el siglo XVIII.
Pascual Madoz ya hablaba de los dos barrios y cuenta que el pueblo contiene restos de casas de labor de Noguerón y Nogueroncillos e incluso de “los aduares que habitaban los moros”.
Al tiempo de redactar su diccionario, Madoz, relata que “a poca distancia del arroyo se halla una mina abandonada a la que llaman “de Plata”, y describe el paraje plagado de restos de carbón de piedra y “algunas partículas brillantes” que “parecen ser de pirita de hierro o de cobre”.
Los restos de la mina mezclados con el agua del arroyo dieron como resultado unas aguas sulfurosas que “se habrían aplicado con éxito a ciertas enfermedades”, en el pasado.
Hoy Tejadillos deja que la vista se pierda por las altas montañas de su paisaje. Unas verdes llenas de bosque de pino y otras rocosas con impresionantes cortados de piedra desde donde otean el paisaje abundantes buitres. El paisaje deja escuchar el sonido del río Escabas y la tarea de algún pájaro carpintero.
Todo un lujo de paisaje y de riqueza medioambiental que es el escenario de este pequeño pueblo de tan solo 115 vecinos.
P. Moratilla
Agua Luz y Viento 