MONTESCLAROS y las fuentes madrileñas de Cibeles y Neptuno

Montesclaros es un pueblo de Toledo que no alcanza los 400 vecinos. Está situado en la comarca de la Sierra de San Vicente y es vecino de la provincia de Ávila.

Puede que el origen de la localidad fueran sus caleras, lo cierto, es que fue poblado en el siglo XV y adquirió el título de Villa gracias a María de Luna, hija del condestable de Castilla, Álvaro de Luna, quien entregó a 15 vecinos de Navamorcuende el privilegio de repoblarla.

María se convirtió en duquesa del Infantado por su matrimonio con el II duque, Iñigo López de Mendoza y de la Vega, pero la presencia de esta familia se hizo permanente en estas tierras, ya que a la muerte de María, su heredero, Diego Hurtado de Mendoza y Luna, apodado “El Grande”, se mantuvo en el señorío así como todos los descendientes de este hasta el final de los señoríos en el siglo XIX.

El nieto de María e hijo de Diego, Rodrigo de Mendoza y Pimentel, fue nombrado por Carlos I, Marques de Montesclaros y de Castillo de Bayuela.

Ya en el siglo XVIII, el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez, se fijó en el mármol de Montesclaros y adornó Madrid con 9 fuentes, con el material. Entre ellas se encuentran la de Cibeles y también la de Neptuno.

Para la primera se tardaron 92 días en llevar el mármol a Madrid desde Montesclaros. Eran un total de 66 piezas que suponían 1.138 arrobas de piedra que Francisco Gutiérrez convirtió en la diosa y el carro. Roberto Mochales en leones y el resto de los adornos fueron confeccionados por Miguel Ximenez, de acuerdo con el diseño elaborado por Ventura Rodríguez.  

 Un año más tarde se trasladaron las piedras para la fuente de Neptuno, igualmente siguiendo las directrices de Ventura Rodríguez. En este caso fueron 760 arrobas de piedra que el toledano, Juan Pascual de Mena,  se encargó en convertir en la realidad que hoy conocemos.

P. Moratilla


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