EL SANTO NIÑO DE LA GUARDIA ¿Historia, milagro o leyenda?

El Santo Niño de La Guardia, patrón de la localidad, tiene una historia con diferentes criterios de análisis. Para unos se trata de una leyenda, para otros de un milagro y para un tercer grupo se trata de una historia real del siglo XV, basada en lo que se conoce por el nombre de “Calumnia de Sangre”.

La historia narra un supuesto asesinato ritual, cuya víctima era un niño, acaecido afínales del año 1480 en la localidad de La Guardia, por lo que fueron quemados en la hoguera algunos judíos y judío-conversos, aunque la condena se produjo sin existencia de cuerpo alguno ni denuncia previa por la desaparición de ningún niño.

En este tiempo era habitual el antisemitismo en España y utilizar la “calumnia de sangre” para hacer alegatos antisemitas, mediante los que acusaba falsamente a los judíos de asesinar niños cristianos para utilizar su sangre en rituales religiosos, recreando la muerte de cristo.

Cuenta la leyenda, o la historia, que un grupo de judíos-conversos, tras asistir a un auto de fe en la ciudad de Toledo, decidieron vengarse de los inquisidores mediante hechicería.

Para hacer este conjuro necesitaban una hostia consagrada y el corazón de un niño inocente. Para ello los hermanos Franco secuestraron a un niño junto a la Puerta del Perdón de la catedral de Toledo, donde en una pintura mural aún hoy se recuerda el hecho. Dice la leyenda que este niño, de nombre Juan, era hijo de Alonso Pasamonte y de Juana la Guindera. Aunque ellos nunca denunciaron ninguna desaparición, ni tampoco apareció jamás el cuerpo.

El niño fue trasladado un jueves Santo a una casona situada a las afueras de la localidad de La Guardia, lugar en el que hoy se venera su nombre. Un día más tarde se simuló un juicio y como consecuencia de ello, Juan fue azotado, coronado de espinas y crucificado como Jesucristo. Una vez muerto le arrancaron el corazón. Dicen que coincidiendo con el momento de la muerte del niño, su madre, que era ciega, recuperó la vista.

Tras darle sepultura, los asesinos robaron la hostia en la iglesia de La Guardia y tomaron camino hacia Zamora. (Hay quien cuenta que no fue necesario darle sepultura porque se elevó hacia el cielo al ser la reencarnación de Jesús).

Conforme se hizo la noche, ya en la provincia de Ávila, el cajón que portaba la hostia y el corazón del niño comenzó a resplandecer, lo que llamó la atención de la Guardia que les ordenó parar.

Tras un largo proceso, en el que inicialmente no fueron acusados de retener ni matar a ningún niño sino de judaizantes, y rodeado de terribles torturas, 11 personas fueron quemadas vivas en la hoguera el 16 de noviembre de 1491.  

Los bienes confiscados a los acusados sirvieron para levantar el Monasterio de Santo Tomás de Ávila en 1493, donde aún hoy se guarda la hostia, aunque no el corazón del niño que, como el resto del cuerpo,  nunca pareció.

Dos años después de este proceso, señalado como la gota que colmó el vaso, se ordenó la expulsión de los judíos de España.

Un siglo más tarde, se desarrolló esta leyenda, origen del culto que aún hoy se mantiene en la localidad toledana de La Guardia.

La mayoría de los historiadores afirman que el niño nunca existió, pero en 2005 la Archidiócesis de Madrid dio por cierta la existencia del niño y también de su martirio.

P. Moratilla


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