EL SILENCIO.

amapola

Hay gente que para ser feliz necesitan contar su vida a cualquiera en cualquier esquina… da igual si les contestan o no, si les escuchan o no, simplemente necesitan relatar ante un rostro sus preocupaciones, inquietudes o problemas. Lo importante no es la oreja que escucha, ni el corazón que asimila la información. Lo importante es que salgan  por la boca las palabras que les oprimen, les rompen por dentro y les devoran el alma.

Hay otra gente por contra que nunca cuenta sus preocupaciones, porque pretende triturarlas despacio y con tiempo, tanto en su cabeza como en su alma, comérselas, digerirlas y después expulsarlas en forma de deshecho que a nadie gusta mas que nada por el olor que dejan tras de si.

Pero entre unos y otros los hay que queriendo contarlo, no encuentran a quien , o quien no queriendo contarlo se ve obligado a ello por diferentes motivos, situaciones extrañas y difíciles de enfrentar ambas, y junto con estos, están los  que queriendo contarlo eligen bien quienes serán sus oídos, y su corazón. Uno intenta elegir a esas personas que sabemos que nos entenderán en un momento complicado de nuestras vidas, ante el relato de algo que nunca hubiéramos querido contar pero que la realidad nos lo ha traído al presente a nuestra vida y a nuestra mente, y necesitamos contarlo, antes de que se transforme en una obsesión, porque pocas veces es para bien… sino mas bien se transforma en una obsesión que se acaba comiendo nuestros buenos sentimientos.

Cada uno se enfrenta a estas situaciones  de una manera distinta, pero si es cierto que guardarse las cosas no arregla nada… tan solo recelos, desconfianzas, y silencios que caen como losas en nuestros sentimientos. El silencio nunca me gustó… y no hablo del silencio como situación reflexiva a la que todos tenemos el derecho e incluso el deber de experimentar. Hablo del silencio después de una discusión, mientras en el aire han quedado palabras que han hecho daño. Ya son muchas las veces que he hablado de ello. El silencio es como el agua estancada, que al final se pudre generando solo basura y mal olor a su alrededor. El agua es vida, y como tal a veces surca lentamente los cauces, mientras otras, desemboca en un torbellino de color en el mar. Unas veces salta piedras, brinca entre los árboles, o simplemente cae en forma de lluvia. A veces pausada, y a veces enérgica y sin control.

Perdono mas fácilmente un insulto, un arrebato, una palabra mal sonante, o un grito que el silencio… al silencio no le perdonaré JAMAS.

P. Moratilla

 


Deja un comentario