El encierro de Fernán Caballero (Ciudad Real) se ha cobrado una joven vida la tarde-noche del pasado jueves. Este encierro tiene la declaración de «Interés Turístico Regional» y la calificación de «Encierro al estilo fernanduco» que consiste en la suelta de dos toros en un recorrido con forma de uve, durante dos horas. Así, los corredores pueden encontrarse a un animal de frente, mientras huyen perseguidos por otro. Este es el encierro en el que un joven de 22 años ha perdido la vida, al intentar refugiarse en una «talanquera».
La simple observación de las imágenes de este o cualquier otro encierro de los innumerables que se desarrollan en estos días de verano en los pueblos, nos llevan a pensar que con demasiada frecuencia son excesivas las personas que ocupan las vallas protectoras, llamadas «talanqueras» con el propósito de disfrutarlo, sin tener en cuenta el carácter de «medida de seguridad» para los corredores del mismo. Quien frecuenta encierros sabe, que intentar salir del recorrido acuciado por la cercanía de un toro, se puede convertir en algo imposible debido a los observadores exteriores del mismo, que no quieren perder su sitio de «primera fila». La imagen superior corresponde exactamente al momento del alcance del toro al joven corredor.
Hoy reproches y observaciones ya dan igual. Nada es comparable al dolor de quien llora la muerte en tan solo un segundo, de alguien que estaba lleno de vida. Destroza el hecho de pensar en la madre, padre, abuelos, hermanos o amigos que tornaron la diversión en tragedia en apenas un abrir y cerrar de ojos.
Estas líneas son tan solo una reflexión necesaria, hecha con todo el dolor del mundo, para que estas cosas no vuelvan a ocurrir.
P. Moratilla
Publicado en Dclm.es
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