NOMBELA y el «hombre lobo»

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Los curiosos de lugares y distancias encontrarán materia en Nombela (Toledo). Un lugar que para los amantes de «la mar» o «el mar» estaría muy a contra mano, puesto que es el lugar de España más alejado de él, tendrían que recorrer mas de 364 kilómetros hasta encontrarse con el Mar más cercano.

El motivo de su nombre NOMBELA también es un argumento con muchas hipótesis. Hay quien lo une a la palabra latina Lumbella, que significa cerro pequeño desde donde se otea o vigila el paisaje, algo que tiene su razón de ser en la sierra de Berrocal.

Hay quien sin embargo considera que su nombre viene del señor aragonés que lo reconquistó para los cristianos de nombre Don Vela, y de ahí fue degenerando hasta Nombela. Pero además existe una tercera hipótesis, mas simpática si cabe, basada en los tiempos en los que los Nombela formaba parte del ducado de Escalona, desde que en el siglo XV Enrique IV lo creara. En aquella época desde el castillo de Escalona, localidad vecina, los centinelas hacían vigilancias, también llamadas «velas», por ello los habitantes de Escalona afirmaban con rotundidad que sus vecinos «no se veían obligados a hacer velas», de ahí lo de «non vela».

Sin embargo, los vecinos de Nombela descubrieron al mismísimo hombre lobo y allí mismo fue detenido después de dejar un reguero de sangre paralelo a sus andanzas venidas desde Galicia.

Manuela Blanco Romasanta nació en 1809 en Orense y así se registró en su partida de nacimiento que fue modificada 8 años después para hacer constar que era un hombre pasando a ser Manuel. En aquella época no había cambios de sexo, lo que induce a pensar que el licántropo era en realidad hermafrodita, porque aún siendo hombre, dicen quienes le conocieron que su aspecto era afeminado y dulce; su estatura mas pequeña de la media, ya que solo medía 137 centímetros. Sabía leer y escribir, pero también coser y bordar por ello trabajó durante tiempo como modista. De rasgos tiernos al quedar viudo se hizo vendedor ambulante al tiempo que prestaba sus servicios de acompañamiento a mujeres y niños que tenían que cruzar el bosque.

Las desapariciones tardaron años en denunciarse puesto que tras acabar con la vida de sus víctimas,  enviaba una carta a sus familias haciéndoles saber que habían decidido vivir en otros lugares, pero las desapariciones de mujeres y niños se sucedieron en el tiempo, hasta un total de 13.

Fue en Escalona donde se presentó una denuncia alegando que un vendedor engañaba a mujeres y niños para que viajaran con él y que luego nada más se sabía de ellos. Esa sospecha se unió al material del que estaba hecho el producto que comercializaba, que se trataba de un sebo o manteca, que indujo a pensar que era grasa humana, de ahí sus otros nombres como «sacamantecas» o «el hombre del unte».

Sus delitos terminaron en el pueblo toledano de Nombela, donde fue detenido y en encarcelado no sin antes haber reconocido que en las noches de luna llena se transformaba en hombre lobo y que incluso solía hacerlo en compañía de dos valencianos que tenían el mismo problema que él.

Menos mal que los nombelanos estuvieron acertados y pusieron fin a lo que independientemente de historias o leyendas estaba haciendo una apariencia tierna, que resultó ser un «asesino en serie» que terminó con la vida de 13 personas.

P. Moratilla


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