LA CRUZ DE LOS CASADOS (Leyenda)

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La rivalidad entre los municipios vecinos es algo que se produce desde tiempos inmemoriales aunque muchas veces no se sabe exactamente las razones. Entre Ciudad Real y Miguelturra existe una leyenda que trata de explicar la razón.

Cuenta la leyenda que los vecinos de la Villa Real (hoy Ciudad Real) creada por Alfonso X El Sabio tenían ciertas fricciones con sus vecinos de la Orden de Calatrava ubicados en la actual Miguelturra, porque los primeros necesitaban pastos y leña de los segundos y no siempre eran entregados de forma amigable, sino que incluso se llegó a la llamada «Batalla de las Malas Tardes» que dio la victoria a Villa Real.

Cuentan que Alvar Gómez, un acaudalado vecino de Miguelturra, al regresar a su casa encontró asesinado a su padre, deshonradas sus hermanas y saqueado su hogar, por lo que decidió buscar el momento de la revancha ante tal afrenta y matar en persona al jefe de sus enemigos.

El tiempo pasó, Alvar se casó y tuvo dos hijos a los que transmitió este mismo deseo de venganza al repetir cada año en el aniversario del suceso su juramento de acabar con el jefe enemigo.

En uno de esos aniversarios antes de pronunciar las frases que ya venían siendo tradicionales, el primogénito de sus hijos, llamado Sancho se adelantó y las pronunció con una cierta burla,  algo que llamó la atención del padre. Los motivos que habían llevado a aquella situación era el enamoramiento de su hijo hacia una dama llamada Blanca que no era otra que la hija del renombrado «enemigo».

El pueblo pronto vio en aquella unión la razón para terminar con tantos odios y rencores ya añejos y un fraile decidió intervenir para acelerar esta pacificación. De esta manera fue como Alvar tuvo noticia del hecho y recriminó duramente a su hijo Sancho mientras el padre de Blanca la encerró en un torreón, lo que provocó la rebeldía en el enamorado.

Ambos jóvenes tomaron la decisión de escaparse del lugar y marchar donde no fueran conocidos, pero de nuevo la intervención del fraile detuvo a Blanca y a Sancho, a quienes propuso que antes de la escapada contrajeran matrimonio.

A tal efecto se citaron los tres en la Puerta de Alarcos, de Villa Real, y allí mismo tuvo lugar la ceremonia del matrimonio, pero justo cuando Blanca se disponía a subir al caballo para emprender la huida llegó su padre y clavo su espada en el pecho de la joven. Sancho al contemplar tal escena vengó la muerte de su ya esposa dando muerte a su suegro, pero cayeron muertos ambos al ser alcanzado Sancho por las lanzas de los sirvientes del padre de Blanca.

Allí mismo fueron sepultados los cuerpos de los enamorados y los vecinos compungidos y unidos decidieron colocar sobre el rollo jurisdiccional que allí se encontraba una cruz conmemorativa de tal suceso.

Desde entonces a este lugar se le llama «La Cruz de los Casados» y la leyenda es recordada por todos los ciudadrealeños.

P. Moratilla


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