LA HOZ DE BETETA Y MATASNOS, un placer para los sentidos

Castilla-La Mancha tiene numerosos espacios llenos de paz y encanto, uno de ellos La Hoz de Beteta, entre los términos municipales de Beteta, Cañizares y Carrascosa. Esta Hoz junto con Matasnos, fueron declarados Monumento Natural en el año 2004.  

Se trata de más de 6 kilómetros de acantilados con más de 80 metros de altura, en algunos casos llega hasta los 200, que se han ido excavando con el roce constante del agua del río Guadiela sobre la roca, demostrando que algo tan blando y suave como el agua, puede moldear lo más duro e inflexible del mundo como es la roca, porque como dice el proverbio chino “el agua orada la roca no por su fuerza, sino por su constancia”.

El conjunto es un cañón fluvial con microclima húmedo y sombrío que ha favorecido, en millones de años, el crecimiento de tilos centenarios, que fueron tan comunes en la España de la época glacial según los expertos.

Formado por numerosas cascadas, travertinas, meandros, surgencias y cavidades; una de ellas Matasnos, también conocido como el Sumidero de Matasnos, situado a tres kilómetros al oeste de la Hoz. Se trata de una cavidad que recoge el agua de un pequeño arroyo que discurre a más de 4 kilómetros de distancia. Este arroyo es engullido literalmente por la cueva y tras discurrir debajo de la tierra por oscuras y misteriosas galerías sale renacido unos kilómetros más adelante, para ir a fundirse con el río Guadiela, ya dentro de la famosa Hoz de Beteta.

En su entorno se encuentra la Cueva de la Ramera, definida por los expertos como una auténtica joya arqueológica, compuesta por innumerables galerías que estuvieron habitadas desde la prehistoria hasta hace alrededor de 400 años. Es considerada la caverna más grande descubierta en Cuenca.

Hubiera sido reprochable, o censurable estropear este precioso paisaje con edificaciones o modernidades, y prueba de que puede mantenerse en su estado natural, como ejemplo de integración con la naturaleza, está la llamada Casa de la Toba, construida por un vecino de Beteta llamado Paulino Puerta, allá por los años 40. La casa está excavada en piedra de toba, e incluye una fuente, hoy sin uso.

Sin lugar a dudas todo este paisaje es un maravilloso paraíso para los sentidos.

P. Moratilla


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