GÉNOVA 13.Más manos de maquillaje sobre una cara decrépita

¿Es el 13 de Génova o es Pablo Casado? Seguramente ni lo uno ni lo otro sino más bien los asuntos turbios que andan invadiendo Juzgados desde hace años, con movimientos económicos pocos transparentes realizados por el PP en tiempos de Rajoy y de Aznar, pero sin olvidar que Casado andaba entre ellos durante todo ese tiempo.  

A un partido no se le lava la imagen cambiando de sede, como bien dice Núñez Feijoo, sobre todo cuando se le ha lavado la cara demasiadas veces, pagándolo (o sin pagar), con dinero que viene de una Caja B, porque las mentiras tienen las patas cortas y tarde o temprano salen a la luz.

Tras haber sido derrotados por Vox en Cataluña y ya convertidos en la cuarta fuerza política de esta Comunidad era evidente que algo había que hacer, sobre todo cuando el vaso ya estaba rebosando desde hacía tiempo y Álvarez de Toledo levanta soflamas en favor de la competencia (Vox) tratando de llevar, pero sin irse ella, los votos del PP a la formación de Abascal.

La decisión “sensacionalista” y “popular” puede estar inspirada en esos culebrones interminables de las televisiones latinoamericanas, pero a algunos no se les olvida que ya en 2018 el PP se vio obligado a reducir nóminas y alquileres y a hipotecar sedes y otros bienes, tras entrar en la bancarrota.

La desaparición de la Caja B y también de las técnicas para llenarla, junto con la pérdida escandalosa de votos que le reporta un recorte considerable en las subvenciones recibidas, golpeó notablemente el cajón «de los desastres», porque no rentan lo mismo los 137 escaños de Rajoy que los 88 de Casado. Si a eso le sumamos los pagos de minutas de abogados, procuradores, pleitos y fianzas a cuenta de Kitchen, Caja B, Bárcenas…

El PP se arruinó en 2018 y ahora da un golpe de efecto con el abandono de la sede de la calle Génova, «para romper amarras con el pasado corrupto» algo que ha convencido a unos pocos pero que la inmensa mayoría ve como una excusa “de bulto” de Pablo Casado, para quitar números rojos del banco.

Lo cierto es que actualmente la formación debe a los bancos un total de 38 millones de euros, según ha publicado ElDiario.es, o al menos esta es la cifra que arrojaba el cierre del ejercicio de 2019. Lo lamentable es  que  el valor del edificio de la calle Génova no supera los 36. Es verdad que no tienen para abonar el importe total de la deuda, pero si para lavarle la cara a sus cuentas bancarias, pero no servirá para lavarle la cara a la credibilidad de un partido que mantiene en altos cargos a personajes que han estado compartiendo despacho con aquellos que llevaron a cabo las acciones por las que hoy les juzgan los Tribunales.

Pablo Casado sigue siendo el pupilo de Aznar, Ayuso sigue siendo la pupila de Esperanza Aguirre y Francisco Núñez, en Castilla-La Mancha, sigue siendo el pupilo de Cospedal. Así podríamos ir valorando los altos cargos del PP en toda la geografía nacional para comprobar si realmente hay “savia nueva” en la formación.

Ya no engañan a nadie más que a sí mismos. Se podrían ahorrar las explicaciones del cambio de sede, ser sinceros y decir que son muchas las deudas y así, con la verdad y las nuevas ideas de líderes que no hayan tenido nada que ver con Rajoy, Cospedal, Bárcenas, Aznar, Granados o «el bigotes» sí limpiarían al partido realmente de corruptelas para volver a empezar; aunque tal vez no hagan este ejercicio por miedo a que los que vengan saquen más trapos sucios de debajo de los escritorios, de los discos duros de los ordenadores o de las cajas con llave que guardan en los armarios.

Este “cambio de imagen” no deja de ser una mano más de maquillaje, sobre una cara ya decrépita.

P. Moratilla


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