TRIJUEQUE y el cautiverio de Juana “La Beltraneja”

Trijueque (Guadalajara) fue conquistada en el siglo XI por Alfonso VI y paso a formar parte del Común y Tierras de Hita, hasta que en el siglo XIV llegó a manos de Iñigo López de Orozco que lo aporta un siglo más tarde al patrimonio de los Mendoza, quienes mandaron construir una fortificación alrededor de la localidad, de la que apenas si quedan vestigios, salvo 3 torres que han quedado integradas en la arquitectura popular.

Eran los tiempos en los que el primer conde de Tendilla, miembro de la familia López Orozco, trasladó a Juana, la Beltraneja, a la localidad en el ejercicio de su cargo de tutor de la infanta. Fue retenida en el Ayuntamiento en la crisis surgida por la sucesión a la corona.

Juana era, aparentemente, hija de Enrique IV al que llamaban “El Impotente”. Precisamente por este motivo y por no haber tenido más hijos a pesar de intentarlo con varios matrimonios y algunas amantes, el pueblo nunca asumió la estirpe real de Juana y rápidamente corrió el rumor, que llegó a ser clamor, de que Juana no era hija del rey sino del duque de Alburquerque a quien el propio monarca habría pedido el favor de dejar en cinta a su esposa para asegurar la descendencia de la corona.

Todo ello llevó a Juana a ser desposeída de sus títulos y señoríos y permaneció cautiva en diferentes lugares de la geografía española. Trijueque fue uno de ellos.

El municipio consiguió en el siglo XVI el privilegio de villazgo de las manos de Fernando V ”El Católico”.

Durante la Guerra Civil, en 1937, la localidad quedó justo en el frente de la Batalla de Guadalajara siendo invadida por las tropas italianas que terminaron derribando el Ayuntamiento y también su iglesia, que se mantiene en ruinas desde entonces.  

En 1834 nació en la localidad María Felipe y Pajares una maestra y pedagoga que ejerció su oficio en Ledanca, Marchamalo, Alcalá de Henares, Manzanares y San Sebastián, pero eso… será otra historia.

P. Moratilla


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