SACEDÓN y el Real Sitio de la Isabela

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En plena Alcarria hay un municipio llamado Sacedón (Guadalajara) que debe a rumanos y búlgaros la detención de su despoblación, aunque su historia está marcada por la visita de innumerables personajes que tenían capacidad decisoria en la gestión política de nuestro país. Por esta razón obtuvo el privilegio de villazgo en 1553 durante el reinado de Carlos I independizándose de Huete (Cuenca), por tanto colocó su royo jurisdiccional, que es una copia del existente en la localidad extremeña de Trujillo.

Sacedón forma parte de la ruta turístico-literiaria «viaje a la Alcarria» y fue un lugar muy conocido para quienes visitaban el Balneario de la Isabela, como El Gran Capitán que era usuario del lugar allá por 1512. Se convirtió en lugar de referencia para dirigirse al Balneario que quedaba a una distancia de legua y media (unos 8 kilómetros).

El Balneario de la Isabela, situado a orillas del río Guadiela, entre Cañaveruelas y Sacedón fue el lugar favorito de Mariana de Austria, reina regente y madre de Carlos II, pero no fue el único miembro de la monarquía en acudir a tan milagrosas aguas que curaban las dolencias. También Fernando VII acudió por primera vez a causa de una dolencia de gota. Sin embargo fue su esposa, Isabel de Braganza, quien le convenció para que en aquel lugar se construyera un palacio rodeado de jardines, fuentes y un poblado para 80 colonos.

En 1826 el lugar fue declarado Real Sitio de Isabela, en honor a la reina fundadora y continuó utilizándose por la reina Isabel II «la de los Tristes Destinos» hasta que a consecuencia de la desamortización de Madoz pasó a ser propiedad del Ministerio de la Gobernación.

Aun así siguió siendo frecuentada la zona por personajes como Gregorio Marañón. Ya en la Guerra Civil, fue convertida en cuartel y alojamiento para los heridos evacuados del ejército republicano, pero su golpe final ocurrió en 1950 cuando sus habitantes tuvieron que abandonar el lugar ante el proyecto del embalse de Buendía.

Cuentan que Fernando VII pidió una escultura para presidir la fuente que estaba ubicada en la Plaza Principal del Real Sitio y se le envió una que estaba guardada en el Museo del Prado y que representaba la Victoria, a la que llamaron Mariblanca.

En 1958 se inauguró este embalse quedando todo el lugar cubierto por las aguas, salvo la estatua de Mariblanca que fue colocada junto a la iglesia parroquial de Sacedón.

Lamentablemente desde hace años el embalse no supera el 20% de su capacidad por lo que las ruinas de La Isabela emergen y dejan ver lo que fue el esplendor del lugar en otros tiempos.

P. Moratilla


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