Ana María Vigara Tauste, maestra del lenguaje coloquial

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Ana María Vigara Tausté nació en Almadenejos, Ciudad Real en 1955 y su mundo fueron las letras. Pasó su vida analizando la utilización de las palabras no en los discursos políticos, ni diplomáticos, sino en algo tan simple y a la vez tan complejo como es la utilización que hacen de ella los jóvenes. Esos que inventan palabras nuevas cada día para ponerlas de moda en las redes sociales o en sus pequeños círculos de amigos. Algo de lo que poca gente se había ocupado antes. Se dedicó en cuerpo y alma al estudio del lenguaje coloquial, cuando nadie trabajaba ese campo a pesar de ser el utilizado por la inmensa mayoría de la sociedad.

Lingüista y filóloga destacó en sus estudios sobre la lengua coloquial del humor y del lenguaje de género. Fue profesora de periodistas en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense en Madrid y los recibía en el inicio de su carrera. En el primer curso. Cuando sus conocimientos son una tierra árida que hay que labrar para sembrar y que dé buena cosecha, sentando las bases de un cúmulo de importantes enseñanzas que vendrían después.

Pudo ocupar otros cargos, pero a ella le gustaba este, que además le dio contenido a uno de sus libros más famosos. Una obra imprescindible para el estudio de la Lengua titulado «Morfosintaxis del Español Coloquial».

Dejó su impronta huella en el estudio del lenguaje sexista. A sus alumnos les decía «La lengua no es sexista, pero lo es lo que hacemos con ella» y sembró una duda difícil de responder haciendo una reflexión en voz alta: «¿Cómo estar seguros de a quién corresponde el sexismo atribuible a una determinada expresión? ¿Al hablante o al oyente?».

Pero sin duda el campo de su estudio que más sonrisas le dio fue el del lenguaje del humor. Llegó a hacer una colección de cientos de chistes a los que definía como «Un subgénero pseudo literario que se mueve en la ficción, con cierre sorpresa que tiene que ser además anónimo, breve y por lo general verde y catártico».

Para Ana María «contar chistes es jugar como hacen los niños, porque los chistes son ficción. No es que sea inteligente contar chistes, es que los chistes van destinados a la inteligencia y el resultado es un gesto afectivo: la risa».

Por su gran trabajo recibió un reconocimiento de la Universidad de El Cairo, con la que colaboró intensamente y la llevó a iniciar un trabajo de investigación en Estados Unidos, donde viajó para permanecer durante un año, pero a la mitad de su estudio tuvo que volver a España por un problema de salud que acabó con su vida en el año 2012, no sin antes haber dejado escritos una buena colección de libros, que seguirán ayudando, sin duda, a quienes quieran utilizar el lenguaje de una manera correcta.

P. Moratilla


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