La historia del CASTILLO DE GARCIMUÑOZ

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En cada uno de los pueblos de Castilla-La Mancha hay un trozo de la historia de Castilla, pero en Castillo de Garcimuñoz (Cuenca) hay todo un libro de historia, a pesar de ser un hoy pequeño pueblo de tan solo 139 habitantes.

Comenzaremos por tanto el relato en 1177 cuando Alfonso VIII reconquistó las tierras de Cuenca. En la localidad había un castillo que fue cedido al caballero que acompañaba al rey en la contienda, de nombre García-Muñoz, que además fue el encargado de repoblar la zona, cosa que hizo con gentes venidas de Extremadura y Burgos. En aquel momento el lugar tomó el nombre de su castillo y comenzó a llamarse Castillo de Garcimuñoz.

Por aquellos tiempos estas tierras pertenecían al alfoz de Alarcón, hasta que  llegó Don Juan Manuel, noble y escritor de la época que habitó el castillo durante gran parte de su vida y donde dio rienda suelta a su pluma escribiendo gran parte de su obra literaria. En 1322 Don Juan Manuel eximió a Castillo de Garcimuñoz de la villa de Alarcón y lo declaró municipio independiente. Es a partir de este momento cuando comienzan las luchas por el castillo, ya que formaba parte del Señorío de Villena y estaba situado en un enclave estratégico para la política de la época.

El Señorío de Villena tenía 4 núcleos importantes: Alarcón, Chinchilla, Villena y el Castillo de Garcimuñoz lugar de residencia de Don Juan Manuel, segundo Señor de Villena, desde donde lanzaba ofensivas contra el rey Alfonso XI por haber incumplido el compromiso de matrimonio con su hija Constanza, a la que además tenía encerrada en Toro.

La lucha entre ambos se prolongó en el tiempo hasta el rey devolvió a Constanza al Castillo de Garcimuñoz, lugar en el que había nacido y donde se encontraba su padre, pero su libertad no fue plena porque el castillo estaba cercado para evitar que Constanza saliera de allí con el propósito de contraer matrimonio con el príncipe Pedro de Portugal. El cerco carcelario sin embargo no pudo evitar que Constanza se casara por poderes desde el mismo castillo de Garcimuñóz en 1336 para después hacerlo de manera efectiva en 1339 ya en Lisboa, convirtiéndose poco después en reina consorte de Portugal.

A la muerte de Don Juan Manuel sus sucesores primero Fernando y después Blanca murieron prematuramente, todas las señales apuntaban que envenenados, probablemente como consecuencia de una traición que no tenía más objetivo que el de apoderarse del Señorío de Villena. La siguiente heredera  era doña Juana Manuel, esposa de Enrique de Trastámara.

Cuando doña Juana Manuel reclamó sus derechos sobre el castillo, significó acrecentar aún más el odio fraternal ya existente entre Pedro I y Enrique de Trastámara aunque una vez proclamado rey Enrique de Trastámara, cede el marquesado de su esposa a Alfonso de Aragón para compensarle por sus favores en la guerra mantenida contra su hermano contra Pedro.

Con el nombramiento de Juan Pacheco como marqués de Villena, se realiza una nueva obra en el castillo, convirtiéndolo en una fortaleza que se alzaba justo encima de lo que un día fue el alcázar de Don Juan Manuel. El castillo perteneció a partir de ese momento a los diferentes señores de Villena, hasta principios del siglo XIX, aunque su apariencia exterior iba cambiando con el paso del tiempo.

En 1708 se construyó la iglesia de San Juan Bautista en una parte del castillo y se utilizaron para ello lienzos y torres del propio castillo. Un siglo después el patio de armas fue alquilado por el párroco para su utilización como cementerio.

Hoy preside, desde el punto más alto, el municipio convertido en seña de identidad, y guardando los secretos de la convulsa historia que arrastra su propiedad. Este es sin duda, un elemento imprescindible en el paisaje conquense para explicar la historia de nuestra tierra.

P. Moratilla


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