CHECA, cuna de políticos destacados

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Checa es un pequeño pueblo de Guadalajara que da cobijo a 273 vecinos. Situado en un enclave privilegiado entre la Sierra de Albarracín y la Serranía de Cuenca, está atravesado por ríos y puentes. Uno de ellos es el río Cabrillas que nace en Orea y desemboca en el Tajo a la altura de Taravilla; pero también está el río Hoz Seca, conocido en su primer tramo, dentro de la provincia de Teruel, como el río del Puerto. Este es el primer afluente significativo del río Tajo por su vertiente derecha. El propio Tajo también pasa por el término municipal de Checa, a veces en épocas secas con poco caudal hasta que el Oceseca vierte sus aguas, de ahí el dicho popular de la zona que reza: «El Tajo lleva la fama y el Oceseca el agua».

El pueblo tiene su máxima elevación en el Mojón Blanco a casi 1.800 metros de altitud.

Este pequeño lugar fue cuna de dos políticos insignes de la historia de España. Uno de ellos Lorenzo Arrazola García, nacido en 1797 dentro de una humilde familia. Estudió primero en el Seminario, hasta que a los 26 años ingresó en el ejército y finalmente recibió clases en la universidad hasta llegar a ser catedrático e incluso decano en la Universidad Complutense de Madrid, en el año 1845.

Unos años antes había comenzado su carrera política, concretamente en 1835, cuando se presentó a las elecciones por el Partido Moderado y fue elegido procurador. En seis ocasiones fue ministro de Gracia y Justicia e incluso presidente del Consejo de Ministros bajo el reinado de Isabel II, aunque este cargo le duró apenas unos meses, entre enero y marzo de 1864, ya que este gobierno fue derribado por las Cortes. Aun así Lorenzo mantuvo su brillante carrera llegando a ser miembro del Tribunal Supremo y también senador vitalicio desde 1848.

Pero Arrazola no fue el único político destacado natural de Checa, también allí vio la luz primera Francisco López Pelegrín, diputado en las primeras Cortes de Cádiz de 1812. Este formaba parte de ese grupo de políticos que elaboraron la Constitución de 1812, más conocida como La Pepa.

P. Moratilla


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