FRANCISCO ABAD MORENO, alias «El Chaleco»

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Francisco Abad Moreno fue un destacado guerrillero en la Guerra de la Independencia y después coronel del ejército regular, conocido como «chaleco».

Nació en Valdepeñas en 1788 y con apenas 20 años fue testigo de la cruel muerte de su madre y hermano a manos del ejército francés, el 6 de junio de 1808. Este hecho marcó su vida para siempre, con la búsqueda de una situación pacífica donde imperase la libertad. La rabia del momento hizo que se echara al monte para continuar la lucha contra el enemigo. Esta incursión le llevó a unirse a la guerrilla toledana en Villanueva de Bogas, pero volvió a su tierra y se integró en la partida de José Miguel Villalobos, hasta que en 1810 decidió formar la suya propia.

Fue muy conocido en la época, ya que consiguió ejecutar 78 acciones de guerra contra los franceses, con las que obtuvo más de 400 caballos y se le atribuyeron no menos de 1.400 bajas en el ejército enemigo. Su destacada actividad, le llevó a ser nombrado coronel del ejército regular.

Sin embargo Fernando VII, ese rey del que dicen que «vendió España a los franceses»; no le tenía en muy buena estima, y le apartó del servicio siete años más tarde, acusado de conspirar con los liberales, algo que era cierto ya que le sorprendieron tres años más tarde en Madrid precisamente por ese motivo.

Condenado a muerte fue llevado hasta Valladolid para ser decapitado, pero la noche antes de su ejecución los estudiantes lo liberaron al grito de ¡Viva la Constitución¡ coincidiendo con el triunfo del General Riego, esta recuperación lo situó de nuevo en el ejército como brigadier y fue nombrado Comandante General de La Mancha en apoyo al Trienio Liberal y en defensa de la Constitución de Cádiz.

Durante tres años luchó contra los absolutistas e ingresó en la Sociedad Secreta de los Comuneros, hasta que cayó el régimen constitucional y se vio obligado a capitular, algo que hizo en la localidad ciudadrealeña de Almedina.

Poco después fue denunciado por comunero y acusado falsamente de algunas muertes, sus enemigos habían preparado incluso testigos falsos de esta supuesta atrocidad. Una vez detenido fue condenado a la pena de muerte, por segunda vez, y conducido hasta la ciudad de Granada donde, esta vez sí, fue ahorcado y después decapitado en 1827.

Su viuda y sus cinco hijos fueron duramente acosados, perseguidos y maltratados por orden real.

P. Moratilla


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