CHILLÓN, el pacto de las tres Órdenes, las tres sierras y las tres comunidades autónomas

La localidad ciudadrealeña Chillón es vecina de Extremadura y de Andalucía y en su término municipal confluyen el Valle de Alcudia y el de los Pedroches. Es una de esas localidades que surgieron al amparo de las minas de cinabrio de Almadén.

En el siglo XI, Fernando III conquista estas tierras, que pasarán a formar parte del concejo cordobés y con esta reconquista cristiana, se levanta el llamado Castillo de Donceles.

Edificio singular y notable en la historia de España, al ser el lugar en el que convergieron en el siglo XIV las tres órdenes militares más importantes del momento: Santiago, Calatrava y Alcántara para firmar un acuerdo, al que llamaron Carta de Hermandad, en virtud del cual entre ellas se protegerían de los posibles ataques musulmanes, ocurriesen en el espacio geográfico que ocurriesen. Era el año 1318.

Poco después estas tierras fueron compradas por Diego Fernández de Córdoba a Sancho de Castilla, hermano de Enrique de Trastámara, por 6.000 doblas de oro.

Diego era de origen sevillano y estaba casado con una noble alemana. Fue virrey de la Nueva España y también del Perú, y la persona que viajó como embajador español a Austria para traer a la princesa Margarita con motivo de su boda con Felipe III.

Cinco años después de su compra, se constituyó sobre ellas el mayorazgo de Alcaides de los Donceles. Este era un cargo honorífico, militar y hereditario de la corona de Castilla, por el que se investía al jefe de un cuerpo de caballería ligera formado por jóvenes de origen ilustre que habían sido educados como pajes de la Casa del Rey.

Estos eran los tiempos en los que Chillón destacaba por la fábrica de paños y curtido de pieles, hasta el punto de que una pragmática de Enrique III situaba el precio de la vara de paño de Chillón 60 maravedís más caros que el paño de Bruselas (el más caro del momento).

En el siglo XVI, sobre la iglesia del castillo de donceles, se construye una nueva y de mayores dimensiones, tal como la conocemos hoy. La obra fue terminada por Hernán Rodríguez III, nieto del iniciador de los trabajos. Singular espacio arquitectónico que le ha valido ser declarada Bien de Interés Cultural. Pero esta no es la única iglesia en Chillón vinculada a un castillo, sino que además está la Ermita de la Virgen del Castillo, patrona de la localidad, construida sobre un castillo de origen árabe, del que se conserva una plaza fortificada que sirvió de frontera entre los reinos árabe y cristiano y desde donde se pueden contemplar las tierras de las tres comunidades autónomas que rodean la localidad en la confluencia del Valle de Alcudia (Ciudad Real), el Valle de los Pedroches (Córdoba) y el Valle de la Serena (Badajoz). Muy cerca de este lugar están las huellas de lo que fueron los primeros pobladores de la zona, en forma de pinturas rupestres.

Del paso de la historia por Chillón queda constancia además de la conocida Casa de la Inquisidora, no porque los seguidores de Torquemada tuvieran una gota de feminismo que otorgara ese papel a alguna mujer, sino porque en ella, según cuentan, vivía una mujer que denunciaba al terrible tribunal las conductas herejes de los vecinos de Chillón.

En el siglo XVII y tras la muerte sin descendencia del último Fernández de Córdoba, la localidad pasó a manos del duque de Medinaceli y un siglo más tarde, en el XVIII, volvió a manos de la Corona.

En el siglo XIX, Chillón que había pertenecido a las tierras de Córdoba, se encuadró en la provincia de Ciudad Real.

(A Samuel, concejal de Cultura de Chillón, ocupado y preocupado de que se conozca tan precioso lugar.)

P. Moratilla


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