Aprender a conjugar, en libertad, el verbo “amar”

¿Dónde está el principio y dónde el fin? ¿Dónde el inicio de tu existencia? ¿Dónde termina mi vida?

Vida, Libertad, Amor… palabras que no tienen los mismos significados para todos, aunque todos las entendemos. Cada uno las interpreta en un contexto diferente, que a su vez será diferente atendiendo a las circunstancias del momento. ¿Es lo mismo la “libertad” para el preso que la “libertad” para el obrero”? ¿Es lo mismo el “amor” de madre que el “amor” al prójimo? ¿Tiene el mismo sentido la palabra vida, para el enamorado, el desahuciado o el enfermo terminal?

Evidentemente no. El enamorado “entrega” la vida. El desahuciado “no le tiene aprecio” a la vida y el enfermo terminal se “abraza” a la vida.

A veces, creemos conocer o entender a quienes tenemos cerca, simplemente porque estamos habituados a ver sus comportamientos, pero no siempre nos preguntamos a qué atienden sus reacciones. Hay quien cree que porque te conoció siendo niño ya sabe todo de ti, y quien te ha conocido en tu etapa madura no se pregunta cómo fue tu pasado. Sin embargo pasado, presente y futuro forman tu carácter. Quedarse en una parte no es conocerte, porque las circunstancias que te rodeaban en aquel momento, con toda seguridad ya no serán las mismas. El ser humano evoluciona, a veces para bien y otras para mal, pero no es estanco, no es inamovible, es cambiante de forma constante.

“Para entender a otro, debes caminar con sus zapatos”, “para comprender a otro hay que tener empatía”… frases que se repiten en las redes sociales. Que la gente cuelga en sus muros al mismo tiempo que critican los comportamientos de esos otros. Frases que se cuelgan porque “quedan bonitas”, pero que realmente carecen de todo sentido para aquellos que critican sin más, y es que “consejos vendo que para mí no tengo”, es demasiado habitual “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro”.

El que sale del hospital “es feliz”, el que lleva fuera de él toda la vida no entenderá nunca la felicidad del primero, y desde luego no será feliz por no estar en el hospital, porque es algo que no conoce.

Así es la comunicación entre personas, valoramos según nuestra educación, pocas veces tenemos en cuenta la educación del otro para entender su comportamiento. Nos empeñamos en analizar las actitudes de los árabes bajo el prisma católico, por poner un ejemplo, y creemos que todos fuimos educados de la misma manera, pero no es cierto. Los cristianos se miran a los ojos pero un árabe jamás mirará a los ojos a una mujer casada, ¿Es peor persona por ello? No. simplemente fue educado de manera diferente. Los europeos saludan sin más, los franceses lo hacen con cierto sonido musical y los orientales siempre acompañan su saludo con una sonrisa. ¿Son mejores personas por ello?

Hay mucho de mí que tú no sabes, como hay mucho en ti que yo desconozco, por eso, antes de aconsejar hay que saber escuchar y antes de sentenciar… hay que saber amar, buscar la empatía, tratar de entender, no imponer criterios y  darle libertad a la comunicación.

P. Moratilla


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